¿Cómo te sientes al pasar controles de aduanas?

Por motivos evidentes, la seguridad en los aeropuertos se extrema por momentos y es por nuestro bien. Hasta ahí de acuerdo.

El motivo de la reflexión de hoy son los controles de aduanas y tramites de aeropuerto en general. ¿Es obligatorio que pongan todos mala cara? El último viaje a Londres, que nos sonrieron desde el mostrador de salida hasta la llegada lo comentamos repetidamente.

¿Por que si no hemos cometido ningún delito, ni nos faltan papeles ni estamos en ninguna situación ilegal nos ponemos nerviosos?

Quizás a ti no te pasa, pero a una gran cantidad de gente si.

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Llegas al aeropuerto como si fueses a pasar un examen (cosa que implica que te pueden suspender). A algunos especialmente dubitativos les asaltan dudas incluso sobre los números de las terminales.

Primer asalto: si llevas el billete y tarjeta de embarque desde casa, ya que a muchos de una cierta edad el hecho de llevar un folio impreso desde casa aún les da la impresión de que eso no acaba de ser un billete y genera una cierta desconfianza. Si pasas por mostrador, otro examen: el peso de las maletas y su tamaño. Las compañías “low cost” facilitan el trasiego mundanal, pero cuantas veces has visto gente con la ropa desparramada por el suelo o metiéndola en bolsas de plástico, o has tenido que comerte la cámara de fotos y “ya te decía yo que valía más llevar la de la niña que cabe en el bolsillo”. Bueno, aquí se supera la segunda fase. Y si todo va según lo previsto, genial. Solo hay que rezar para que no salga con retraso de varias horas o sea anulado como por arte de magia. Y es que viajar está claro que es para tener aventuras.

A mi la escena que me fascina es cuando llegas a un país en el que  has de presentar visado. Les gusta meter miedo, estoy segura. Aquella cuota de poder de los miserables que te miran con cara de “si no te pongo el sello no tienes vacaciones” y que a veces te lo hacen sudar. Te sientes como un delincuente traficando alguna cosa peligrosa, separado de amigos o familiares, en colas diferentes, y de pronto a uno no le coincide alguna letra del pasaporte con la del billete o algún visado anterior parece sospechoso. A mi me pasa tengo un nombre muy largo…. Y te miran, te miran y al final te hacen un favor y te dejan pasar con miradita displicente. Y que feliz te sientes cuando has podido entrar en el deseado país sin que te detengan… como si no hubieses pagado una pasta previamente.

En algunos casos la agencia no te ha explicado – nunca es culpa de nadie – que además piden una foto de carnet (accidentalmente  siempre hay un sujeto uniformado que haciendo una tremenda cola y pagando lo que sea que para esto estás desesperado, te hace la foto siempre mirándote como si hubieses de ingresar en Alcatraz). Un sufrir a ver si al final te busca la CIA y no lo sabías. Consuela mucho ver que la mayoría de los que han bajado de tu avión tampoco saben como se rellena el papelito y se sortean el único bolígrafo.

Bueno, es una de las partes divertidas de viajar. Afortunadamente de una vez a la otra no sueles acordarte. Al menos yo, nunca llevo fotos de carnet por si acaso pero he viajado con gente que si. Tengo amigas muy preparadas.

A parte las situaciones concretas que uno se puede encontrar en países determinados, son impresionantes. Los que más impresionan son los paises comunistas, al menos antes ahora tengo poco trato con éstos. Como el registro que nos hicieron al salir de China en el año 90 no he visto nada. Eso sí he de decir que a mi se me saltaron y hubiese podido llevar un trozo de gran muralla en el escote, cosa que no pudieron hacer otros compañeros que fueron desnudados y explorados con meticulosidad cosa que nos hizo disfrutar de una salida del grupo que se dilató varias horas.

Seguro que os han pasado anécdotas de este tipo:

Retenida en La Habana a las 11 de la noche por que en el pasaporte pone: De Legorburu y en la tarjeta de embarque DELEGORBURU junto. Varios tipos tamaño armario ropero y negros como los teléfonos antiguos de pasta mirándome de frente y de perfil haciéndome sacar y poner las gafas durante más de 20 minutos. Pasado esto no respiras hasta que el avión está en zona de no retorno sin dejar de rezar a la virgencita de la Caridad del Cobre.

Viajar es uno de los ejercicios mejores para ampliar conocimientos y abrir la mente y lo que si es cierto es que cada vez al menos yo, vamos más ligeros de equipaje.

Buen viaje.

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