Hace poco vi una película que lleva por título “El olvido que seremos”. Nunca he sido mucho de pensar en la muerte ni estas cosas que atormentan a la humanidad desde la noche de los tiempos.

Pero esto ha cambiado ostensiblemente este verano. En el exiguo plazo de un mes, han muerto 3 buenos amigos. 3 personas de mi edad año arriba, año abajo. 3 personas que según lo que tenemos aprendido y asimilado no les tocaba morir ahora y en un plis plás. Sin poder despedirme.

Tres desapariciones angustiosas, tristes y que las hemos vivido como brutalmente injustas. 3 grandes personas que han dejado mucho llanto y mucha ausencia. Las he experimentado de manera muy diferente: la primera en directo, la segunda me enteré por teléfono y la tercera (sólo un día después de la anterior) la fui viviendo en streeming durante 2 semanas.

La repercusión que ha tenido todo este desastre intensivo, a parte de que en el tanatorio de les Corts ya me saluden al entrar, es que me da por pensar. Lo de llorar lo hago al momento, mucho y bien.

Que hemos de vivir con urgencia, ya lo sabíamos, esto simplemente nos lo confirma.

A mi lo que me da vueltas es el tema del olvido.

Que se olviden de mi cuando yo muera, no es mi prioridad en la lista de preocupaciones, lo que me da miedo es con la facilidad que los que quedamos aquí olvidamos a los que se han ido.

No quiero olvidarme de ellos porque llevo una vida supermegaatareada, ¡no quiero!

La vida sigue sin nosotros, es evidente, pero cada persona que parte demasiado pronto y sin previo aviso deja demasiados huérfanos.

Huérfanos literales, de familia en la mayoría de casos, pero también amigos, alumnos, clientes, pacientes y un largo etc que no dan crédito a la nueva realidad pero que se adaptan y siguen su vida (no puede ser de otra forma).

No tenemos tiempo de llorar demasiado, hemos de reponer ciertas figuras para que el mundo siga girando sin un instante de demora.

No quiero olvidarme de vosotros, de lo que os van a necesitar vuestras familias y no estaréis… no quiero y no se si seré capaz…

Suerte que tenemos la memoria de las experiencias comunes, muchas risas y también algunos disgustos compartidos (va en el lote de la amistad) eso no nos lo quita nadie. Con algunos muchas fotos, con otros no tantas…

Así que querid@, me alegro mucho si me estás leyendo por todo lo que significa. Estás aquí.

Aprovecha todos los instantes, hazte fotos, abraza y ríe. Tu risa es de las cosas que se va a recordar con más facilidad y reconforta.

No te olvides de vivir.

Jóse, Adriana y Jordi-Lluis, quiero recordaros siempre riendo.