En navidad todos caemos en tópicos de alguna manera es inevitable.
Los que nos desean Feliz Navidad de manera compulsiva y también los que se molestan si les envían felicitaciones.
Las redes sociales nos dan facilidades para hacer las “pataletas en directo” , que no deja de ser una manera de seguir dando importancia a una cosa que supuestamente molesta a algunos.
No ha de ser tan difícil…
Es lógico que si hay pérdidas ( de seres queridos, de salud, de trabajo, etc), no sean unos días de alegría, pero tampoco han de ser peores que los otros días.
El consumo afortunadamente es opcional. Vemos familias muy minimalistas, que disfrutan de la mutua compañía, y vemos auténticos dispendios, que tampoco es criticable. Cada uno es cada cual.
Hemos de aprender a no juzgar a los demás. El que quiera tirar la casa por la ventana para fin de año, que la tire (mientras sea suya). A los demás no debería importarnos lo más mínimo. Es más, estará ayudando a levantar la economía.
El que quiera pasar el fin de año en pijama viendo una película, también es correcto.
El problema es si uno gasta para tapar sus carencias afectivas y el otro se queda en casa en pijama por fobia social o por que no es capaz de encontrar con quién tomarse las uvas.
Parece que estos días lo ponen todo a flor de piel, pero no es más que el fruto de lo que hemos sembrado durante el año o muchos años atrás.
Es una buena época para reunirnos CON NOSOTROS MISMOS y valorar como estamos funcionando por esta vida.
Tanto si pasamos las navidades relativamente solos como si hemos de asistir a reuniones interminables, lo podemos hacer.
Si estamos “en paz” con nosotros mismos, que al final seremos los más importantes en nuestra vida el año próximo, poco importa si hemos de cenar con 5 cuñadas o pasar el día de fin de año en el cine. Da igual. No es importante.
No hay fórmulas que nos acerquen a la felicidad de manera directa.
Solo funciona el método de ser consecuente con uno mismo. Apartarnos de las cosas que nos son dañinas aunque a veces cueste identificarlas, y ser lo mas honestos con nosotros mismos que sea posible.
No es fácil, pero es lo que da mas buenos resultados y nos ayuda a acercarnos un poco mas a la felicidad.
Y en estas fechas, tanto para los que celebráis la Navidad como para los que estáis huyendo de ella, os deseo que os podáis acercar al niño interior que todavía está en algún sitio dentro de todos, y que has lo que hagas, lo disfrutes!!!
Bonito e ilustrativo artículo, sin embargo, yo pertenezco al grupo que no le gusta la Navidad con mayúscula. Claro que tampoco me gustan otras fiestas desvirtuadas o prefabricadas, que es en lo que se ha convertido este acontecimiento. Y no me gusta porque el mensaje subliminal que día a día oimos, el que se ha convertido en sublime: “Vuelve a casa por Navidad”, hace daño a los que no tienen adónde volver, a los que ya no tienen casa, que no es producto de la crisis, siempre han existido, a los que se les ha roto la familia y a tantos que viven en la calle, pero en fin, es lo que hay.
Tampoco es posible hacer lo que uno quiera, como apuntas en el artículo, porque vivimos en sociedad de sociedades y no te puedes aislar del resto, sino que debes dejarte llevar como si fueras una hoja a merced de la corriente y esperar que amaine.
Y como hay que seguir en la rueda, feliz Navidad.
Efectivamente, lo que pasa por Navidad es aplicable casi letra por letra a muchos otros momentos como cumpleaños, fiestas varias, forma de vestir, o lo que yo conozco más hoy en día, formas de abordar los emprendimientos.
Pero bien bien es así, no hay una forma que sea la buena, hay maneras que nos pueden funcionar mejor dada la situación real en la que me encuentro.
Y la gracia, lo que sí vale mucho la pena es lo que dices y copio:
“Solo funciona el método de ser consecuente con uno mismo. Apartarnos de las cosas que nos son dañinas aunque a veces cueste identificarlas, y ser lo mas honestos con nosotros mismos que sea posible.”