El Hammam, también conocido como baño turco o baño árabe, es una modalidad de baño de vapor que incluye limpieza y relajación.

 

Al tener la fortuna, por un motivo o por otro, de conocer diferentes lugares y culturas, mi curiosidad nata me lleva a probar casi todo lo que no me parece peligroso en los lugares visitados. El tema baños y masajes nunca me ha parecido peligroso, aunque en ocasiones haya acabado en una minisauna de cristal digna del museo de autómatas del Tibidabo sentada a la vista de todos los turistas que visitaban el presunto centro ayurveda en Sri-Lanka cubierta con una minúscula toalla, y con una amiga en la minisauna de cristal vecina. En estos casos el anonimato del turista te ayuda en gran manera.

 

Acupuntura_Legorburu_Hammam-Hammam_1Quiero compartir una experiencia en un Hammam en Chechaouen norte de Marruecos hace pocos días.

 

Después de haberme iniciado en Hammam en otros lugares, me proponen una visita colectiva a un Hammam y parece una propuesta apetecible… Llegamos al Hammam después de un día bastante bien aprovechado, un grupo de 8 señoras estupendas.

 

Como es habitual en estos casos para algunas es la primera vez y para otras no. Comentarios y emoción ante lo desconocido en país y lengua extraña.

 

Pasamos al vestuario y nos desvestimos que es lo que se requiere. Permiten parte baja de biquini o similar.

 

Con las recién desnudadas colegas (poco conocidas en general) pasamos al recinto que va a ser usado para el asunto en cuestión y quedamos sorprendidas por lo minúsculo de su tamaño. Mala para las medidas hasta lo inconfesable, no creo que fuese mucho más grande que mi habitación (que como habitación está bien).

 

Todo de piedra, bonito y acogedor. Nos sentamos en lo que parecía más apropiado y las miradas entre preocupadas y divertidas se van intercambiando entre las semidesnudas mujeres entre vapores. Solo una superficie de piedra en una esquina parece apropiada para un tratamiento y 8 mujeres en espera…

 

A los pocos minutos entra la jefa de ceremonias, una chechounaniense de amplia sonrisa, rondando el metro setenta y cinco y rotunda en sus formas como la que más, vestida con una braga negra únicamente con sus grandes pechos danzando entre los efluvios.

 

Seguimos sentadas haciendo ver que nos relajamos con el calorcito pero pensando que a ver como se lo monta la mora para pasar por la cama de piedra a las 8 clientas. Ella, sin perder la sonrisa se acerca a un lavamanos con grifos y empieza a llenar un cubo de los que tenemos en casa para fregar el suelo. Aumenta la intriga y el estupor cuando vemos que empieza a tirar cubos de agua caliente por el suelo hasta que queda todo convertido en un cálido charco.

 

Sin dilación elige a 3 de las espectantes féminas y las hace estirar de bruces contra el mojado suelo. ¡Que estampa! No es fácil 3 personas adultas repartirse en el exiguo territorio sin tocarse por algún punto entre chapoteos.

 

La mora al mando del operativo arremete contra la primera mujer que tenía cerca para enjabonar con esmero todos los centímetros de su anatomía. Las otras dos siguen en el charco abandonadas a su relax (o disimulando).

 

Seguimos intrigadas por el proceso cuando de repente se abre la puerta del vestuario y entran dos tremendas moras de refuerzo, que arremeten sin perder un momento contra las otras dos cristianas que permanecían en el suelo.

 

¡¡Que espectáculo!! 11 mujeres en un espacio imposible.

 

En el siguiente turno me toca a mi, con la jefa. Difícil de describir las sensaciones al contactar con el agua del suelo, al notar el guate de crin con el cual van a exfoliarme probablemente hasta el tuétano de los huesos, tal es el empeño que le pone, sin dejar de reír. Me propongo aguantar pase lo que pase.

 

Desde el suelo la visión es inenarrable. Con la cabeza justo debajo de los grifos que suministran agua a los cubos, es decir con chorros que se escapan sin cesar, miro a mi izquierda y veo a una pediatra y una farmacéutica en pleno trance. Espectacular.

 

Sin pensar en las consecuencias, por un segundo abri los ojos mirando hacia arriba mientas la mora jefa muerta de risa me decía que cerrase los ojos.

 

Con razón: que visión mas intensa al observar los glúteos de las 3 potentes masajistas en evolución sobre mi cara. Cubos de agua a chorro para las del suelo, a mi cara todo lo que sobraba, poderosos culos e inmensas tetas en movimiento alegre y ruidoso sobre mi. El impacto es total.

 

Cierro los ojos entregada a mi limpieza profunda y he de reconocer que el resultado final es agradable.

 

Una vez consigues la rendición absoluta al cuidado de que te laven, te froten, te aclaren como en tu más remota infancia, es muy placentero.

 

Cura absoluta ante complejos y prejuicios sobre el físico propio y ajeno.

 

Risas inevitables con los aclarados y complicidad más alla de lo previsto con el grupo.

 

Entiendo que las mujeres que comparten habitualmente el hammam, sin hacinamiento, con amigas, comiendo fruta, peinándose, masajeándose, explicándo sus problemas puedan crear grandes vínculos.

 

Con las que nos exfoliamos juntas, algo quedará.

 

La imagen sobre mi cara, difícil de borrar.

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