Es una pregunta habitual en la consulta…
¿De qué están hechas las agujas? ¿Inyectas alguna substancia con las agujas?
Las agujas han ido evolucionando desde el principio de los tiempos de la acupuntura.
Hay indicios de que la acupuntura empezó en la edad de piedra cuando se usaba la llamada piedra Bian. Con ella se presionaba los puntos.
Al llegar la edad del metal, se fabricaron las primeras agujas metálicas, que eran de un tamaño y características hoy en día difíciles de imaginar. Se usaban para estimular los puntos mediante punciones o para drenar pus.
Más adelante se han descrito agujas de oro y de plata. En algunos textos nos explican que unas eran para tonificar y otras para sedar. Seguramente también eran un buen distintivo de las clases, sociales.
Hoy en día las agujas que usamos son de acero inoxidable y siempre de un solo uso. Son las más resistentes y a la vez más flexibles. Permiten trabajar con facilidad sin peligro de ruptura.
La aguja consta de varias partes. Una punta afilada, un cuepo y una cola más gruesa que facilita su manipulación. No llevan ningún líquido ni se inyecta nada.
En la Medicina Tradicional China, hay descritos unos canales o trayectos conocidos como meridianos, que no se corresponden ni a trayectos de nervios, ni venas ni arterias. En estos meridianos se sitúan la gran mayoría de los puntos de acupuntura que son los que vamos a utilizar para los tratamientos para regular el Yinn y el Yang y conseguir el equilibrio del paciente.
Trabajamos únicamente con la energía de la persona y no administramos ningún tipo de fármaco, cosa que hace que los tratamientos de acupuntura sean especialmente beneficiosos al no estar contraindicados con ningún tipo de medicación occidental.
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