Esta frase de una canción de Serrat (Sinceramente tuyo) cada vez la entiendo mejor.
Al descubrir ciertas cosas/situaciones dolorosas no sirve de nada estar triste, y añado que enfadado tampoco, pero no tienen remedio. Son lo que son y como son.
En el momento en que nos encontramos en una de estas situaciones, la verdad más frecuentes de lo que nos gustaría, entramos en dudas y contradicciones.
¿Has metido la pata alguna vez con alguien? ¿Has hecho daño a alguien? ¿Has tomado decisiones equivocadas que han implicado a otros?
Lo normal es que a una cierta edad todos contestemos que si a todo.
La diferencia estriba en como lo vas a afrontar y resolver, si es que crees que has de resolverlo.
Si me doy cuenta de una «pifia»de este tipo me falta tiempo para llamar o lo que haga falta para disculparme e intentar enmendar el daño. En ocasiones, ni te enteras del daño causado y lamentablemente no puedes hacer nada, aunque la otra persona te castigue con su indiferencia o algo peor. Así que agradezco que me den pistas si hay problemas.
Los casos que realmente me fascinan/preocupan son los que por no pasar un rato «incómodo» pueden dejar perder una amistad. Los que por algún tipo de mal entendido «orgullo» cruzan de acera para no saludar, o los avestruces para no llamarlos hipócritas, que hacen como que no ha pasado nada y esperan a que todo siga igual.
Prueba a llenar de clavos una pared. ¿Sigue igual cuando los arrancas? Pisotea un papel. ¿Como queda si después lo estiras y lo planchas?.
Quedan cicatrices. A las personas también: cicatrices de heridas profundas que no se ven por fuera, pero duelen y sangran en el interior. La aceptación es el único camino para liberarnos del sufrimiento.
Es tanto lo que se pierde con estas NO acciones, que da que pensar en la fragilidad de los sentimientos. La vulnerabilidad de las relaciones humanas.
Ah, el tiempo no cura nada. En este aspecto juega en tu contra.
Si no se hacen los deberes cuando toca, la bola se hace cada vez más grande y no hay quien la pueda mover.
Hemos de aceptar nuestra vulnerabilidad y llevarnos bien con ella.
Saldremos mejorados de esta situación al conseguirlo.(resiliencia).
Y tú: ¿eres de los que sabe disculparse y busca puntos de encuentro? ¿De los que cruza de acera? ¿O de los avestruces ?
Al hilo de esto, os invito a leer este interesante artículo de la web «La mente es maravillosa».
A mi personalmente no me cuesta nada disculparme cuando creo que debo hacerlo, es más, me urge porque me libera de negatividad y malestar. Pero a medida que cumplo años, he llegado a la conclusión que hay personas toxicas que tienen la extraña habilidad de sacar lo peor de ti y te inducen a hacer o decir algo que por ti misma no harias, creándose um circulo vicioso de quien fué el primero si el huevo o la gallina. Solución, rodéate de gente que emit buenas vibraciones y todo serå mas sencillo y gratificante.
Cierto Josefa, yo si soy consciente de la situación, cuando antes mejor.
Gracias por tu comentario.
Esta vez me has dado en la llaga. Tanto en un bando como en el otro. Me cuesta mucho disculparme.
Que desastre.
A practicar Gala! Sienta muy bien.
Alguna vez he pedido disculpas aunque sinceramente no lo he sentido ya que el resultado ha repercutido en mi familia y se han podido recuperar lazos que estaban rotos.
Sinceramente lo he hecho por ellos porque continuo pensando que me tenían que pedir disculpas ellos.
Pero no puedes vivir con rencor.
Bien,Isabel. Has sido habil si has recuperado los lazos familiares. Habrá opción a aprender a hacerlo de otra manera. Es muy cansado vivir con rencor. Dejarlo en «tablas» a veces facilita el fin de las disputas.
Gracias por tu comentario.