La primera Navidad puede hacer referencia a la primera que hemos pasado junto a alguien importante en nuestra vida, la primera de nuestros hijos, la primera en un nuevo hogar… y muchas situaciones más que nos dejan recuerdos gratos de evocar.
Hoy quiero dar un especial abrazo virtual a los muchos que han de pasar la primera Navidad en lo contrario: la primera Navidad sin padres, la primera sin la pareja que ha fallecido injustamente, o lo que es todavía peor la primera sin un hijo. También puede ser la primera sin trabajo, o con un diagnóstico devastador, o la primera ingresado en una triste sala de hospital o después de un desgastante divorcio.
Son fechas en las que parece que rebosamos felicidad por todos los poros, pero los que trabajamos con personas -con personas enfermas para más señas- vemos que la realidad es muy diferente. Muchos quisieran ya estar en enero y no por una reacción anti-consumismo ni por fobia social ni familiar (también los hay) simplemente por que pasar la primera Navidad con alguna carencia importante es un reto. Nunca es fácil. Lo has de afrontar y aunque estés en buena compañía en el mejor de los casos, la pérdida es tuya, lo has de aceptar tu y sobrellevarlo lo mejor que sepas.
Días de comidas y cenas, de regalos que no has tenido ni tiempo ni ganas de comprar, de preguntas que no tienes ganas de responder… y donde la gastada frase de “es lo que hay” solo te provoca rechazo ya que lo que hay no lo quieres y te duele.
El único remedio es afrontarlo sin forzarse, nadie se ha de enfadar por que no pongas tantos lazos en los regalos y seguro que apreciarán tu esfuerzo por seguir a delante con tu vida sin son gente que te quiere. Si no te quieren, tampoco vale la pena el esfuerzo y a veces está muy bien decir que no. No se va a hundir el mundo por que no asistas a una comida de empresa, o a una fiesta de sobrinos.
¡Se han de redistribuir los asientos en la mesa! eso ya duele pero hay que pasarlo. En general solo duele la primera vez, y cuando antes se afronte menos problemas. La vida sigue con o sin nosotros. No la dejemos escapar.
No hace falta que te vistas de rojo con lentejuelas si no tienes ganas, pero seguro que te sentirás mejor si le vas dando una forma nueva a la situación sin dejarla escapar antes de que la situación misma te pase por encima.
La Navidad es simplemente una más de tantas fechas que nos ponen los sentimientos a flor de piel cuando no estamos bien, pero no sirve de nada ignorarlos. Después llegará el primer Sant Jordi, el primer cumpleaños, el cumpleaños de la hija… La vida sigue y te guste o no, volverá a ser verbena de Sant Joan.
Así que mis mejores deseos para cada día. No te tomes la Navidad como algo muy serio. Y sobre todo no te olvides: NADIE PUEDE VIVIR POR TI.
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