Parece que la pandemia se va alejando y que dentro de dos días será como si no hubiese pasado nada para algunos. La realidad es muy diferente para una cantidad muy importante de población.
Hoy Carmen Brit nos habla sobre algunas de las manifestaciones que vamos viendo y que cada vez son más manifiestas.
¡Gracias Carmen y a cuidarnos todos!
Ahora que vamos avanzando de fases y que parece que la pandemia, por el momento, está bajo control es momento que analicemos los daños colaterales de esta situación que hemos vivido en los últimos 90 días. Además de los infectados y fallecidos por covid-19, esta alarma sanitaria y económica está dejando muchas situaciones anónimas que transitan de forma silenciosa pero no por ello menos graves.
¿A qué situaciones nos referimos y quienes son los principales afectados anónimos?
Diría que hay dos colectivos que actualmente están sufriendo las consecuencias colaterales de las medidas adoptadas por la pandemia: las personas mayores (de la tercera edad) y los jóvenes y adolescentes que han sido los grandes olvidados de la crisis de la pandemia.
¿Qué daños colaterales encontramos en las personas mayores?
Soledad que ha desembocado en cuadros depresivos y en ocasiones ansiosos
Algunos de nuestros mayores han perdido a su pareja durante la pandemia y no han podido ni despedirse de ella, ni tan siquiera han podido estar acompañados de sus hijos por temor al contagio. ¿Imaginan lo que significa esto? Psicologicamente es desgarrador.
Somos seres sociales, necesitamos del contacto físico, de los abrazos, de los besos, de los rituales de despedida… Y de repente todo esto queda interrumpido.
Esta soledad ha despertado en ellos miedos, impotencia, frustración, rabia, que en ocasiones han sido ahogadas en la expresión de un “voy tirando” en una videollamada para no dejar preocupados a los hijos. Y los hijos al otro lado con sentimientos parecidos pero habitualmente acompañados.
Empeoramiento de las enfermedades crónicas y/o nuevas por miedo a ir al hospital
Se está constatando que algunos pacientes han demorado sus visitas al hospital por miedo al contagio y por la situación de crisis sanitaria. Y ahora se empiezan a constatar las consecuencias de esta situación. Pruebas que no se han hecho, diagnósticos tardíos… y esto lógicamente tiene y tendrá una consecuencia en la evolución de sus respectivas enfermedades.
Desorientación
Uno de los principales objetivos de que los ancianos salgan a la calle, hagan actividades cotidianas como la compra y se relacionen con otras personas es mantenerlos orientados, en contacto con la realidad y socializados.
El confinamiento les ha roto la rutina y muchos de ellos se han desorientado. Han empezado a dormir mal y a no saber ya ni en que día vivían.
¿Y qué ha sucedido durante esta pandemia con los jóvenes y adolescentes ?
Este colectivo podríamos decir que gracias a los recursos tecnológicos han vivido “aparentemente” más conectados, tele-estudiando o tele-trabajando, en modo de “tele-amigos” y transitando por esta situación con más estabilidad que otros grupos de edad.
Sin embargo, esta aparente estabilidad pasado un tiempo se ha roto y han empezado a aparecer cuadros ansiosos en jóvenes que nunca los habían padecido y numerosas somatizaciones como expresión del dolor emocional no resuelto.
Entre los jóvenes y adolescentes encontramos diversidad de posiciones, desde los que han preferido seguir confinados por miedo a la exposición social aunque ya estemos en fase 2, el llamado síndrome de la cabaña, hasta los que ya no aguantaban más encerrados en casa y necesitaban cualquier excusa para salir.
Esta pandemia nos ha dejado un mosaico de situaciones, cada una singular y teñida por las circunstancias vitales en las que se ha vivido el confinamiento.
El reto actual será dotar a todos estos colectivos de la atención que se merecen para restablecer su equilibrio personal y emocional y facilitar su adaptación a esta nueva realidad, también llamada “nueva normalidad” (cuyo nombre no me parece muy acertado).
Carme Brit García
Psicóloga (Col. 17.998)
Coach PCC (ICF)
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