Muchas veces oímos y decimos esta expresión, pero no se hasta que punto nos atrevemos a practicarla.
Esta tarde al llegar a la consulta he recibido un correo de una compañera de colegio, habíamos sido muy amigas durante la ya lejana infancia y adolescencia pero como pasa con muchas relaciones hace años que no nos hemos visto. Me explicaba que se enteró por casualidad del fallecimiento de otra compañera nuestra y de alguna manera necesitaba compartirlo. A mi se me localiza fácil, como os podéis imaginar…
El impacto ha sido brutal, y al preguntar de que ha fallecido, que para mi siempre es la pregunta clave, ha contestado que se tiró por el balcón.
Aquí ya el impacto… sin comentarios. Que la gente se muera de cancer o de accidente toca mucho, pero que se tiren por el balcón te deja absolutamente fuera de juego.
La afligida compañera que me ha escrito sugería hacer una cena no de toda la clase, si no en «petit comité» y saber que pasaba con nuestras ajetreadas vidas y compartir buenas noticias ( ya que estamos vivas, ponía).
Evidentemente he dicho que si, y entre facebook y mi archivo de la consulta hemos quedado 8 en menos de tres horas!! Que curioso que necesitemos un cadaver para montar la cena, que hace años tenemos pendiente.
Los humanos somos una raza curiosa y tirando a poco cuidadosa con los demás por no excederme en comentarios poco amables.
Cuando uno se muere de cancer o de cualquier cosa fea de estas, está claro que no es su decisión, pero cuando uno se tira por el balcón, la cosa está chunga. Es tu única y exclusiva decisión la que pone punto final a un sufrimiento inmenso al que no ves ninguna salida y además te sientes o estás realmente solo. Hay gente que lamentablemente lo está.
Esto lleva dando vueltas toda la tarde en mi cabeza como un incansable moscardón y hace que recuerde a la niña de los calcetines a media pierna. ¿Qué ha pasado entre la niña brillante que sacaba buenas notas y con extraordinario sentido del humor y la desolada señora de 52 años que se tira por el balcón dejando a sus ancianos padres desconsolados?
Pues ha pasado LA VIDA. La vida que a cada uno le dura lo que le dura, y no sabemos lo que nos está destinado. La vida que muchas veces vamos dejando transcurrir sin pena ni gloria esperando a que haga buen tiempo, a que se acaben los problemas, a que llegue la jubilación y una larga lista de excusas para no salir a vivirla.
La vida no espera a estas cosas ni a ninguna y la hemos de vivir hoy.
He escuchado demasiadas veces a pacientes lamentarse de que querían hacer tal o cual cosa al jubilarse, que llevaban nosecuantos años esperando y ahora les pasa tal o cual cosa y ya no pueden hacerlo…
Solo hay una forma de enfrentarse: la firme determinación de vivir hoy.
La firme determinación de conservar y cuidar las amistades y los afectos que tenemos a nuestro alrededor y que siempre harán que lo malo que aparezca sea más llevadero y darán un sentido a nuestras vidas sin necesidad de precipitarnos al vacío. O al menos así lo espero.

 

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