No es una película cómica como la ya clásica de Louis de Funes, si no la reflexión de que  parte de muchas aventuras del verano son las maletas. No depende del tipo ni modelo de maleta, no.

¡¡¡ LAS NUESTRAS, nuestras maletas !!!

Os contaré de donde viene mi ansiedad anticipatoria:
Hace años, afortunadamente cada vez me cuesta más recordarlo en orden, fui evacuada en «guagua» de Santiago de Cuba a causa de un ciclón tropical que obligo a cerrar el poco preparado aeropuerto local.  Sin ser de una intensidad dramática, la situación era preocupante y ponía de manifiesto nuestra gran vulnerabilidad delante de los fenómenos climatológicos. Aparecimos en La Habana a horas intempestivas de la madrugada sin que nadie nos esperase y por supuesto perdimos el vuelo que debía regresarnos a casa. Gracias a la gestión de uno del grupo conseguimos alojarnos en un gran hotel de la capital, que pasó a convertirse en una asfixiante jaula de oro. Resumo mucho: «overbooking» en todos los vuelos y más de 2000 personas alojadas en hoteles de la isla caribeña sin saber cuando podían volver a casa, sin tener nada que ver con los evacuados del ciclón de Santiago que fuimos 8 únicamente. Desesperante. Sin salida, horas y horas haciendo gestiones ya que los ciclones tampoco son de incumbencia de las lineas aéreas que ya estaban, saturadas con el «overbooking».
A los pocos días creo que 3 conseguimos después de mover cielo y tierra entre todos únicamente 2 billetes para volar a España. Por votación a mano alzada del pequeño grupo evacuado nos fuimos de la isla un muchacho cubano residente en Madrid  y yo, ya que  teníamos más urgencia por el trabajo. Después de la dolorosa decisión de salir sola del país dejando a la niña de 4 años con su padre, pudimos comprobar con estupor que el único vuelo era con British Airways y pasando por Londres. La resignación era máxima. Llegamos a Londres sin saber todo lo que había pasado en nuestra ausencia sobre los famosos atentados que ocurrieron de forma simultánea a nuestra escapada del ciclón.

 

Acupuntura_Legorburu_maletas_1

Como nos imaginamos que viajan nuestras maletas

 

Nos descalzaron ante nuestra inmensa sorpresa y requisaron desodorantes y colonias y por fin llegué a Barcelona, SIN maleta.
Esa no era una maleta normal, era MI maleta. Era una maleta hecha en 20 minutos para poder aprovechar el único billete posible, una maleta con la maletita de mi niña dentro, con máquinas de fotos, gafas, cargadores de móviles, bañadores nuevos y mil cosas más que solo pensé en sacar de allí a toda prisa.
Ha sido con diferencia el peor viaje de mi vida, pero no me rendí. La maleta apareció al cabo de tres interminables meses. Fui dos veces a identificar maletas (como si fuera al instituto forense). Cada lunes mi madre, mi secretaria y yo nos poníamos en rellamada hasta hablar con la señorita Bianca de British.
La tercera vez que fui, me acompaño mi amigo Josep Maria como si ya fueramos directamente a ver los restos pasados por la trituradora de un psicópata ya que no me vi con ánimo de volver sola al aeropuerto. Atravesamos puertas y puertas hasta llegar a un minúsculo cubículo, creo recordar que con 4 maletas. Tensión y poca luz, pero mi amigo distingió una maleta negra en un rincón de un tamaño similar al pertinazmente buscado.
Era ELLA con el embalaje plastificado que a pesar de las prisas le pude poner y con un identificador con mi nombre y mi teléfono colgando!!!
Conclusión: en los aeropuertos no saben leer.
Unos hombres con bata blanca la pusieron encima de una mesa de mármol cual si fuesen a practicar una autopsia con toda precisión y con guantes de látex exploraron el contenido con olor a queso de Cabrales, que se correspondería a la ropa sucia custodiada durante tres meses por las fuerzas aéreas. Eso si, después de interrogarme de en que orden encontrarían el deseado contenido, por si al final a pesar de todo yo no era la dueña.
No rendirme tuvo premio: recuperé la maleta y cobré la indemnización de British. El disgusto y la impotencia no tienen precio.
A partir de aquí, esto me ha dejado mucho más huella que el ciclón, ya que zonas susceptibles de ciclón frecuento pocas, pero maletas utilizo con frecuencia. Cada vez que viajo con alguien doy una muda completa de mi ropa «por lo que pueda pasar» a mis compañeros de viaje. Este año hemos ido tres, es decir si nos ponemos en lo peor, hubiese tenido 3 mudas y la ropa puesta. Nunca más ha hecho falta.
Hay que decir que tenemos claro a donde queremos ir de viaje, pero… ¿ les hemos preguntado a nuestras maletas, a donde quieren ir? Es una clara falta de coordinación y falta de voluntad de entendimiento.  Yo a Boston, la maleta a California.
Este año calculado así a ojo, creo que le han perdido las maletas al 50% de los que conozco, bueno igual me paso, pero a muchos. En un inusual caso incluso a los dos componentes de una pareja que viajaba les extraviaron el equipaje…. que ya es tocar la moral.
En fin, no os desaniméis, seguir buscando vustras maletas si no han llegado y como siempre lo mejor es viajar ligero de equipaje y con una muda en el bolso, en la maleta de la familia, de los amigos…

 

Acupuntura_Legorburu_maletas_3

Como van en realidad…