Abducidos por la tecnología en general, nuestros niños y jóvenes son objeto habitual de riñas y castigos. Han nacido conectados, es una realidad y hemos de vigilar.
Pero ¿qué pasa cuando son los padres que desatienden a los niños por que no se desamorran del móvil?
Estoy escribiendo en una cafetería y tengo delante a un super-papi que estoy por levantarme a felicitarlo, cosa que no haré para poder disfrutar de la experiencia.
Escribir en una cafetería es siempre un desfile de situaciones interesantes. Pero lo hago en pleno cumplimiento de mis tareas de super-mami el único día que puedo y que en este caso me llevan a esperar una hora y media a la criaturita.
Durante este muy productivo tiempo que estoy en en local, el pobre niño lleva dando la vara a gritos y metiendo ruido con una lata por el local hace más de media hora. El padre no ha levantado los ojos del móvil ni un momento y las pocas veces que se dirige al pequeño que no creo que llegue a los 3 años lo hace a gritos como si fuera sordo o memo. Eso sí, sin mirarle. Que te tomes el cacaooooolaaaaaat.
La única conversación que ha tenido con el pobre menor ha sido sobre quién guardaba las llaves de casa si él (el padre) ó el niño. Aquí, ha conseguido captar tanto mi atención como la de otro solitario que firmaba muchos documentos en otra cercana mesa. El sorprendido niño no ha sabido ni que decir, solo quería jugar con el. Pero «las llaves de casa son una cosa muy seria, así que las guardas tu, o las guardo yo». Afortunadamente el tierno infante, con más criterio que el padre, ha declinado la oportunidad de custodiar tan preciado bien y ha seguido dándole a la lata metálica hasta que ha consumido el cacaolat. El padre ni se ha enterado. Creo que si toma un litro de lejía, tampoco lo nota.
Nos inundan las noticias con estadísticas que cuentan que han aumentado los accidentes de tráfico por salirse de la carretera, cosa que probablemente indica que estaban mas por el teléfono que por las señales. Pronto nos podrán informar que hay más accidentes en los parques infantiles o que se pierden más niños por la calle, ya que los padres han de consultar el whatsapp continuamente.
No es malo hacer un poco de autocrítica, ya que la cosa engancha a tope, pero hemos de pactar primero con nosotros mismos – que somos los que tenemos más facilidad para hacernos trampas jugando al solitario- y después con los niños nuestro tiempo juntos de calidad y eso incluye sin el teléfono (al menos para tonterías que es la mayoría de las veces).
Que raza más rara los humanos…
Somos raros, raros… Buena costumbre la de sentarse a escribir en una cafetería. Nunca te deja indiferente ver las cosas así, como si estuvieras en el cine, pero sabiendo que no es una película :-/
A mi me encanta lo del bar. Aunque observe, pienso la mar de a gusto.
Besos
Me encanta como lo explicas, yo me he encontrado con lo mismo.
Gracias Marta por tu comentario.
Yo me ahorro esas cosas, por eso siempre he querido tener gatos y no hijos (no es comparable, lo sé, pero pasean el instinto materno). De todas formas, en estos momentos tengo tanto trabajo, que ni los chats consiguen llamar mi atención, eso sí, echo un ojo por si es algo urgente, pero apenas respondo.
A pesar de todo, como me gusta observar, tengo que darte la razón. A veces espero en cafeterías, colas de bus o algo parecido y veo a los infantes tratando de llamar la atención de sus padres. Los críos deben pensar que se están volviendo invisibles.
En algunos casos Mercedes seguro que lo piensa hasta el gato.
Gracias por tus comentarios.
La tecnología, sí, pero con medida y auto límites..
Es muy fuerte la atracción de en whatsapp, las redes etc… Pero tenemos que ser más fuertes , tener nuestro v propio control, para no caer en situaciones extremas..
Aunque lo que cuentas en el post no creo que tenga que ver con la tecnología.. Ese padre es un sub-normal, con o sin móvil en la mano.. Pobre niño…
Un abrazo
A veces cuesta y no nos damos ni cuenta.
Eso si, el tipo no se veía muy listo, je je.
Besos
Las tecnologías si, pero en su justa medida..
Tenemos que ponernos nuestros propios auto-limites..Romper esa atracción fatal que ejercen las redes y el whatsapp sobre nosotros..
Ahora lo que cuentas en tu post sobre el papi y el niño, no creo que tenga que ver con la tecnología, ese padre es un perfecto idiota con o sin teléfono en la mano.. Pobre niño…
Un abrazo