Practicar el desapego, es una tarea ardua, en una sociedad como la nuestra pero todos sufrimos pérdidas y las hemos de sobrellevar. Padres, familiares, trabajos, amigos, casas y un sinfín de cosas con más o menos valor, según el que cada uno buenamente le quiera dar.
Hace 5 días que EL desapareció de mi vida y mis sensaciones son todavía ambivalentes.
Por un lado, me siento huérfana, abandonada, arrancada de mi día a día, pero por otro lado, respiro de otra manera, me siento más libre. Vuelvo a ser yo otra vez, una sensación casi desconocida.
No recuerdo con exactitud cuanto tiempo llevábamos sin separarnos, pero rondará los 15 años, que no es una vida, pero es más que suficiente para crear rutinas y costumbres que crees que serán para siempre y de las que no puedes prescindir.
Que complejas y absurdas pueden ser las relaciones que establecemos sin casi darnos cuenta.
En fin, después de casi una semana sin él, sin MI teléfono movil, puedo decir que aún no se valorar si estoy mejor o peor al no tenerlo conmigo.
Me lo robaron hace 5 días y la dificultad para conectar el nuevo con la nube de nosequé y noseque más, ha hecho que mi exigua relación con la tecnología ponga en jaque a más de tres amigos que tampoco han conseguido que ni flamante nuevo teléfono suene ni se pueda utilizar ( Murphy se está cebando conmigo). Las condolencias por mi situación son sorprendentemente abundantes y algunos  me dan el pésame, que casi los he de animar yo…. que sólo es un teléfono. Parece ser que roban 180 al día en BCN, lo raro es que hasta ahora no me hubiese pasado nunca, yo que siempre he ido tan tranquila pensando que no tengo aspecto de robable…
Mañana por fin tengo hora en la super-mega- tienda y algún sabio resucitará a mi último modelo, o al menos eso espero.
Mientras sigo disfrutando de mis últimas horas de libertad y en algunos momentos creo que me siento como los ex-fumadores: el sábado, ya desprovista de mi apéndice celular, en una calçotada con 20 amigos, cada vez que escuchaba entrar un watsap, me surgía una legítima envidia, pero al momento la superaba una clara displicencia que me hacía estar por encima de ello. Hoy en una visita guiada, no he hecho ni una foto ni he mirado watsaps, observando divertida al resto del nutrido grupo, que no han parado de hacerlo. Así mismo he cenado prestando atención a mi amiga. Toda una experiencia que quizás, y solo pensándolo y valorándolo con mucha tranquilidad y raciocinio, vale la pena volver a vivir. A poder ser dentro de 15 años más.
PD: Por problemas con los pops, imaps, etc… de alguna otra vida, sigo parcialmente incomunicada. Puedo llamar y recibir, pero los contactos siguen en el limbo informático. Insisto, toda una experiencia de desapego. Agradezco las muestras de solidaridad recibidas y mucho mejor si se identifican!!! Ah! Y he conseguido descargar el watsap….

 

Acupuntura_legorburu_Mi_vida_Sin_el_2