Muchas veces escuchamos a la gente lamentarse de que no sabe que  le pasa, o que no sabe que hacer con tal o cual tema. Cuando ya si sabemos que hay que hacer, si no lo hacemos, la realidad es que estamos peor que antes.
Estamos tan rodeados de gente, objetos, aparatos, situaciones y temas pendientes, que nos cuestra encontar el momento o la manera de saber lo que es importante, lo que es urgente y lo que es totalmente irrelevante y prescindible.
Muy pocas cosas son importantes de verdad y las tenemos con frecuencia enmascaradas bajo capas y capas de situaciones, aficiones, obligaciones y un largo etc que a veces ni las vemos ya que el día a día no devora sin tregua.
Las mil caras de nuestros «egos», las ganas de ser «alguien» a nivel social, de destacar, de protagonizar tal o cual cosa, nos hacen despistar la mirada de lo que realmente importa y desconectarnos de los sentimientos. Si añadimos otro poco de orgullo, para no deshacernos de otras tantas cosas, obligaciones o metas fantasiosas.,hacen que los árboles no nos dejen ver el bosque.
¿Que es importante? La salud, contestarán la mayoría, pero pasan días y días y no encontramos un hueco para cuidarnos nosotros.
Nuestros hijos, dirán otros, y el poco rato que los vemos lo pasamos peleando por cosas absurdas sin abrazarlos lo suficiente ni hacer que entiendan que pase lo que pase estamos a su lado.
Esta tarde en la presentación del libro de una amiga, que explica la vida de su padre vista desde la lucha contra el Alzheimer, me ha hecho reflexionar .
Ha basado el libro en 25 palabras que la persona que está perdiendo le memoria irremediablemente por la devastadora enfermedad no querría olvidar. Cuales sería las 25 cosas que elegiríamos no olvidar si supiésemos que en un día no muy lejano no recordaríamos nada más. Quizás es un buen ejercicio para empezar a pensar que es importante y que no.

 

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