La inmediatez, esa proximidad y rapidez que todo el mundo quiere. Actualmente todos valoramos mucho la brevedad, ya que nuestro tiempo es oro, y no lo queremos perder en tonterías.

Aún así, hay gente que valora la calidad ante la rapidez. Pero, la mayoría quiere las cosas de inmediato, sin pensar en nada más. Y, esto significa que cada vez seremos más y más críticos a lo que el tiempo se refiere.

El ritmo de la vida actual conlleva ir con prisas, por lo que degrada la calidad del servicio prestado y supone un desgaste físico mental. La sociedad hoy en día esta acostumbrada a exigir que se cubran sus necesidades de forma inmediata. 

 

La inmediatez se ha incrementado con la tecnología

Por ejemplo, gracias a la tecnología podemos solicitar hora para el médico a través de internet a cualquier hora del día dando un margen de 2-3 horas. Con este margen de tiempo, las empresas han de gestionar todo el proceso para que el cliente quede satisfecho.

Si el cliente no esta contento con el servicio prestado, no tendrá ningún problema al recriminarle o cambiar de compañía.  Por eso, es de vital importancia que aparte de ofrecer un buen servicio, también se ofrezca rapidez.

Con las nuevas tecnologías, cualquier persona puede dar su opinión. Esto ha hecho que muchas personas que no se atrevían a realizar una queja in situ, ahora lo hagan. Incluso, hay personas que no tienen problemas en excederse en sus opiniones.

Dar tu opinión no es malo, al contrario, las empresas gracias a los comentarios pueden mejorar. Pero, siempre y cuando se respete a todas aquellas personas a las que afecta.

No estamos a acostumbrados a tanta tecnología, ni a la inmediatez que tenemos gracias a ella. Por eso hay que plantearse que podemos hacer para poder sobrellevarlo de la mejor manera posible.

 

Paremos un momento, no todo es aquí y ahora

Para ser más exactos, nuestras exigencias son a veces demasiadas. La sociedad no sólo ha de pensar en el aquí y ahora. Sino que todas las personas hemos de tener en cuenta que lo que hacemos va a afectar a alguien.

Nosotros lo queremos todo, que nos atiendan rápido y además que lo hagan bien. Ya que, de no ser así, nos quejamos o nos vamos del lugar.

Pero, antes de ser tan exigentes con los demás, lo deberíamos serlo con nosotros mismos. No podemos pretender que todo el mundo solucione nuestros problemas enseguida.

Hemos de empezar a tener más paciencia y poner límites. Tenemos que disfrutar de los pequeños momentos y seguir apostando por el valor de las cosas bien hechas y con calidad.